Wenos días.
Soy Antonio, un bandido no muerto encerrado en una prisión donde se confinan a los no muertos. Vivo en la era del fuego. Una era que comenzó cuando el dragón desescamado traicionó a los suyos, y los Antiguos Señores se quedaron con la primera llama o algo de eso, porque es la segunda vez que inicio esta aventura y por ahora sólo me he enterado de que Nito mola mucho. Pero volvamos a los hechos...
Sin saber donde me hallo, un señor no muerto con pinta de simpático me libera de esta celda. Antes de salir voy a probar los botones y MIERDA YA HE GASTAO LAS HUMANIDADES, AHORA SI ME MATAN QUÉ. Salgo y veo en el pasillo instrucciones acerca de los botone. De puta madre, esto me pasa por listo. Sigo avanzando, los pasillos son extremadamente tenebrosos, no veo nada, y me digo a mí mismo: "me van a dá, ya verá el hostión que me voy a comer. Lo de Dark se lo han tomado en serio".
Llego a una hoguera y la enciendo, y obtengo un trofeo de bronce. El hecho de que el primer trofeo de la historia no sea el que te dan cuando te mueres me llena de determinación. Veo una señal del señor no muerto en el suelo que advierte de un peligro, que aterriza en forma de demonio enorme ante mí. Ya que está señalándome el caminito podría haber evitado los patios con demonios gigantes, el ioputa. Huyo casi ileso pero arriesgadamente del lugar.
Enciendo otra hoguera, y exclamo un "wiiiiii" de regocijo al notar que cura mis heridas. Como el agua emite unos ruidos de pisadas que me causan miedo y prudencia voy a ir al otro pasillo. Veo la inscripción del suelo que reza: "Coge tu escudo y tu arma", entro y zas, flechaso en la cabesa, ahora sé a lo que se refería con lo del escudo. Pero mi alma se torna en calma al comprobar que aquí los headshots no son mortales. Ante esto, me armé de valor, pero antes fui a curarme a la hoguera porque tampoco estamos para ir perdiendo vida, que esto es Dark Souls, y fui rodando cual erizo a coger el arsenal. Recorrido en el que no me comí ninguna flecha de milagro.
Ahora sí estoy armado, ahora sí se va a comer una paliza el otro. Tras este incidente sigo avanzando. Veo unas escaleras y recuerdo la pesada y dolorosa trampa que escondían, así que avanzo con precaución y me como el bolazo igual. Tras el bolazo, recuerdo que tenía que buscar el agujero del muro donde se encuentra mi amigo moribundo. Me habla igual de raro que todos en esta tierra, así que le digo que sí a su pregunta sin haberme enterado de lo que ha dicho porque el muchacho se está sí muriendo y no le vamos a dar un mal rato al pobre. Aunque por lo menos me ha dado estus (otro trofeo pa la saca). Según su estertor, he de ir a la tierra de los Antiguos Señores y tocar nosequé campana para conocer el destino de los no muertos. Como estoy recién levantado y no tengo nada mejor que hacer un martes porque estoy no muerto, me dispongo a emprender la aventura.
Sigo avanzando y eliminando a no muertos que tienen más pinta de no muerto que el no muerto que se acaba de sí morir. Por el camino realizo mi primer contraataque o parry a un cadáver, o señor, ya no sé como llamarles porque yo también estoy no muerto creo, que porta un escudo enorme. Mi primer parry, qué ilusión. Antaño no me salían. Al ver la niebla de guerra, retrocedo hacia la anterior hoguera. Podría haberme curado gastando un estus y no tener que volver a enfrentarme a los no muertos, pero mi catalanería puede más que mi impaciencia. Vuelvo, miro si no hay moros gigantes random en la costa, me curo en la hoguera y vuelvo hacia la niebla sin incidentes notables.
Desde lo alto veo al anterior demonio. Las palabras de un antiguo y sabio maestro conocido como "el Panadero" resuenan en mi cabeza: "Antonio, hazle un assassin's creed a ese, hazme caso". Siguiendo su sabio consejo, salto desde el balcón dejando caer mi hacha sobre su nuca y no veas el daño que le hago. Quedé asombrado al comprobar que perdía por lo menos un quinto de la vida. Con una pasmosa facilidad, en comparación a la anterior vez que enfrenté a este monstruo, acabo con su sí vida (creo) y abro las puertas. Sigo adelante, porque otro camino no hay,ya que es un acantilado en forma de pico, y veo una inscripción que clama "todo recto hay objetos", mas no veo ninguno. Llevo a la punta del acantilado y un cuervo ahí to grande me lleva a Lordran.
Mi recorrido tras el aterrizaje se puede resumir en un avance constante acompañado de un miedo también constante con resbalarme en un borde y partirme la crisma contra el abismo literalmente. Sólo volví una vez a la hoguera y sólo gasté uno o dos estus.
Entro en una ciudad de la que no me he parado a ver el nombre pero supongo que será Lordran, en la que casi me atropella un dragón colosal. Llego a no haberme asomado sin querer y me muero de verdad. Por el camino vi otra inscripción en la que se leía: "Cuidado con el mentiroso más adelante". Como sé que las inscripciones provienen de personas anónimas y con internet, cobra sentido la inscripción de los objetos. Quería que me cayera por el acantilado. Ya hay que ser malaje. Tras zafarme de múltiples enemigos llego a la hoguera en la que me hallo actualmente, y descubro que, gracias a Nito, las humanidades no curan el estado de hueco hasta que las usas en una hoguera, así que no se me habían gastado. Ahora sí me curo el hueco y recobro mi forma normal.
Estoy atemorizado. Aunque todavía no he muerto (Es más, ahora técnicamente sí estoy vivo), mis recuerdos y conocimientos previos del lugar están escaseando. Cuando avance un poco más, los peligros que me acechen serán completamente desconocidos para mí, y no podré esquivar las tollinas con la seguridad de saber a lo que me enfrento de antemano. Cuando leas esta inscripción no sé en que estado de la "vida o no" me encontraré, pero deséame suerte, porque voy a morir mucho.
Adiós. Haber si no me muero.
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